—¿Por qué la has matado? —preguntó el policía que estaba sentado junto a mí.
—Ella me lo pidió.
—¿Lo has oído, Ben?
—Es un chico muy servicial —dijo Ben por encima de su espalda.
—¿Ese es el único motivo que tenías? —preguntó el policía.
— ¿Acaso no matan a los caballos? —respondí.
(Fragmento final del libro ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy)
—Ella me lo pidió.
—¿Lo has oído, Ben?
—Es un chico muy servicial —dijo Ben por encima de su espalda.
—¿Ese es el único motivo que tenías? —preguntó el policía.
— ¿Acaso no matan a los caballos? —respondí.
(Fragmento final del libro ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy)
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